Sensación contradictoria la de recibir, después de tanto trabajo, tantas correcciones y tantas idas y venidas, el ejemplar de muestra del que será mi segundo libro, De sombra y de luz. Relatos Vol. I. Por un lado, claro está, alegría inmensa y satisfacción por el resultado (de nuevo, mil gracias a Rubric por el trabajo realizado), y por otro, quizás un pelín menos comprensible, cierta sensación de vacío, cierto distanciamiento similar al que uno experimenta cuando recién termina la redacción de una novela o de un relato. Y es que los personajes que pueblan estas páginas abandonan al fin el reducto inviolable en el que se desarrolló nuestra relación primera, el largo proceso de escritura, nuestras conversaciones, la queja amarga o el grito eufórico en función del destino reservado a cada cual; abandonan así el anonimato al que siempre los creí abocados y se echan al mundo, expuestos al juicio severísimo, a la opinión más o menos fundamentada, más o menos implacable, de personas que les brindarán el precioso regalo de su tiempo y su interés (y también, a veces, su amor o su odio). Es por eso que, mientras apuramos nuestros últimos minutos en soledad y terminamos el largo proceso de muestras y maquetas, empiezo a entonar la despedida. Porque ya no formaréis solo parte de mí, nunca más. JM, Arturo, amantes, tiranos y escritores, Manuel y Yolanda, sueños y anhelos, buena suerte os digo, buena suerte y hasta luego.

¿Qué más puedo decir? Solo dejar en vuestras manos el futuro de mis queridos personajes. Dadles una oportunidad, tratadlos bien. Su mayor éxito será vuestro entretenimiento, algo en lo que pensar, alguna que otra risa, un rato agradable, sombra y luz, lo alto y lo humano. Confiad, pues, en ellos. No os decepcionarán.

Ya queda menos, mucho menos para que De sombra y de luz esté en la calle. ¡Seguid atentos!