
-18°C | 4°C. Los números en azul, brillan. Dual Flow. Sobre el parabrisas, emergiendo del asfalto a la luz del crepúsculo. En el envés de los párpados. -18°C | 4°C. Jorge piensa, retuerce el recuerdo, aferrado con fuerza animal al volante de su coche. Alrededor de los dos dígitos la oscuridad del olvido prematuro, del descuido imperdonable, se deshace en jirones. Se materializa entonces la encimera gris, los muebles blancos, otros números en azul pálido, 17:39, arriba y abajo, micro y horno, perfectamente sincronizados. A la luz de la tarde frágil de enero, la cocina cobra forma en el centro geométrico de las pupilas: clara, diáfana como Jorge la recuerda. No hace tanto, apenas una hora desde que se fue. Y sin embargo no logra fijar la última imagen, no consigue adivinar, asentar, consensuar consigo mismo y su monomanía la imagen definitiva, la que corresponde, la que puede apaciguar la incertidumbre o la que puede disuadirlo de continuar conduciendo como si nada, obligándolo a dar la vuelta y regresar, regresar rápido. Los números… -18°C | 4°C. ¿Estaban encendidos? Esquina izquierda, metal de nave espacial, frigorífico americano última generación, y en el centro el tan traído display informando de la temperatura del congelador y de la nevera. -18°C | 4°C. Dual Flow. Solo se muestran si la puerta está abierta, solo entonces. En más de 6 meses la puerta jamás se quedó abierta por accidente, jamás; quizás por eso nunca tuvo ocasión de comprobar si el pitidito de alarma funcionaba o no. Ya sería mala suerte que, ahora que se va de viaje el fin de semana, se hubiesen dado ambas circunstancias: que se quedara abierta la puerta y que la pertinente alarma no hubiese sonado… ¿Por qué no prestó atención a esos detalles? ¿Por qué no le vendría antes la inquietud? Ahora ya es tarde para volverse, o quizás no… La carretera avanza bajo la panza sucia y metálica del coche; cada pocos kilómetros, un cambio de sentido habilitado. Sería fácil darse la vuelta e ir a comprobar que todo está en orden, aunque perdería casi dos horas en el intento: una en deshacer lo andado y otra en recuperarlo. -18°C | 4°C. A veces la cocina se despliega ante los ojos de Jorge completa, limpia y sin luces inesperadas del costado izquierdo; otras, por contra, el pálido reflejo azulado lo atormenta sin compasión. ¿En qué coño estaría pensando? ¿En qué? Comprobó las luces de todas las habitaciones, desconectó todos los aparatos eléctricos salvo los imprescindibles, cerró ventanas, bajo persianas, verificó tres veces que la llave estaba bien echada antes de meterse en el ascensor, ¡pero se olvidó de mirar si la puta puerta del frigorífico estaba cerrada! Si es así, si por primera vez en 6 meses se ha quedado abierta (y encima el pitidito de los cojones no ha sonado), todo se echará a perder, toda la comida del congelador, que no es poca, y la de la nevera, todo a la mierda. Por no hablar de malas mayores: que haya una sobrecarga eléctrica, en caso de que algo así pueda ocurrir; que salten los plomillos, o haya un cortocircuito, o salte una chispa y se produzca un incendio, y salga el edificio entero ardiendo, y los vecinos mueran calcinados… -18°C | 4°C. -18°C | 4°C. ¿Qué pasará con él, pobre Jorgito el maniático, si algo así sucede? -18°C | 4°C. Dual Flow. No, no puede permitirlo. Al siguiente cambio de sentido, incapaz de hacer imperar la razón, incapaz de fijar la imagen benévola de una cocina perfectamente ordenada sin displays acusadores e inquietantes, incapaz, sí, incapaz, inútil, de aguantarse a sí mismo por más tiempo, mucho menos dos días de viaje con semejante comezón, Jorge da media vuelta, media vuelta y toma la dirección de regreso a casa. Los minutos vuelven a pasar lentos, tanto como los kilómetros. 60. 40. 20. Jorge acelera todo lo que puede, a punto de entrar en pánico. Necesita evitar la tragedia en ciernes. Necesita, necesita… -18°C | 4°C. -18°C | 4°C. -18°C | 4°C. ¡Mierda puta! ¡Gilipollas, maldito gilipollas…!
Una hora después, tras dejar el coche en la plaza de garaje a toda prisa, Jorge sube las escaleras del edificio de dos en dos, empapado en sudores fríos. Quizás todavía está a tiempo, de evitar la tragedia, de comprobar lo gilipollas que es. Lo que sea. Abre así la puerta del piso, una, dos, tres vueltas de llave, lo que sea, se precipita al interior, quizás todavía, sí, como si la vida le fuera en ello, quizás todavía está a tiempo.
-18°C | 4°C.
Dual Flow.
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